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Digamos adiós a las etiquetas

Abandonemos las etiquetas

Y no hablamos precisamente de las etiquetas que acompañan a cada prenda de ropa que tenemos. De igual manera que cada prenda tiene una etiqueta que describe los componentes con los que está confeccionado, nosotros estamos acostumbrados a etiquetar a los niños, y por tanto, describimos como son o creemos que son ¿Eres consciente de que lo haces y las consecuencias que tiene este gesto? No te preocupes, en general estamos acostumbrados a etiquetar y lo consideramos algo normal. Pero desde La casa de mamá te vamos a dar razones para que dejes de hacerlo.

Seguro que os suena el comentario en vuestras propias charlas entre madres y padres cuando describís a vuestros hijos y a unos le tildáis de difícil y a otro de buenazo. Pues bien, las descripciones positivas y negativas pueden influir en qué clase de persona se convierte ese niño.

Es lo que se denomina procefía autocumplida, en la que el niño se convierte en lo que le decimos que es. Es decir, si una y otra vez me dicen que soy torpe, travieso, gracioso, bueno o responsable acabaré comportándome como tal.

Este tipo de etiquetas, al margen de que pueden afectar a la autoestima del niño, pueden crear una gran rivalidad entre los hermanos o compañeros de clase, ya que los niños considerados de forma negativa tienden a rivalizar y a sentir hostilidad y resentimiento hacia aquellos con los que son comparados. Incluso las etiquetas consideradas positivas pueden resultar limitantes en la conducta de nuestros pequeños, especialmente cuando esas etiquetas son exageradas o poco reales: les puede generar ansiedad y malestar cuando esas expectativas con forma de etiqueta no las pueden cumplir.

¿Qué podemos hacer?

El niño lo único que necesita oír de boca de sus padres es: Te quiero tal y como eres. Un niño busca la aprobación de los padres de forma continua. Cuando les etiquetamos o comparamos estamos modificando su comportamiento, afectando a su autoestima y favoreciendo la competencia entre hermanos, en lugar de darles la oportunidad de mejorar según sus capacidades, sus necesidades e intereses personales.
Démosles la oportunidad de sacar todo lo bueno que hay en ellos, que es mucho, dando un giro a nuestra visión del pequeño. Os aseguramos que merece la pena.